Para tener una buena relación con el estudio es importante prestar atención al espacio físico, mental y emocional. Es lógico que una actividad a la que dedicamos tanto tiempo y energía tenga un impacto en nuestra salud física y mental.
La higiene del estudio hace referencia al establecimiento de hábitos y/o rutinas saludables que nos permitan aprovechar verdaderamente el tiempo de estudio y hacerlo lo más agradable y llevadero posible, adaptándolo a nuestros propios ritmos y necesidades. ¡Quédate hasta el final porque hablo de un hábito muy común y limitante: la procrastinación!
Te presento algunos tips para que revises tus hábitos, atendiendo a los diferentes entornos mencionados:
Con entorno físico, me refiero a lo material y corporal. Puede ser una buena forma de empezar, pues los cambios a realizar son concretos y pueden establecerse de manera más fácil o rápida.
Ojo con el hambre y con la sed que son una excusa perfecta para levantarse y, además, de manera natural pueden generarnos cierta irritabilidad que nos impedirá concentrarnos. Planea momentos de descanso que incluyan beber líquido y tomar algún snack que te de energía, o la merienda o almuerzo de media mañana.
El lugar de estudio debe estar preparado con todo lo que necesites para el estudio (mochila, subrayadores, ordenador, etc.) para que puedas cogerlos sin necesidad de levantarte.
Elimina del entorno todo lo demás que no sea útil para el estudio y pueda distraerte, por ejemplo, bloqueando en el ordenador ciertas páginas como las redes sociales para que te recuerde que no es el momento de ponerte con ello.
El lugar de estudio debe ser libre de interrupciones.
Recuerda que tus obligaciones son tan importantes como (o más que) las necesidades y requerimientos de los demás.
La temperatura e iluminación deben ser adecuadas, adaptándote a tus preferencias y necesidades personales. Cuidado con el exceso de calor que da sueño.
Mesa y silla deben permitirte mantener una postura cómoda aunque no demasiado relajada. Para no terminar con dolores de cuello, si utilizas apuntes, hazte con un atril, lo agradecerás. Y si utilizas ordenador, procura alzarlo y que la pantalla quede a la altura de los ojos. Procura hacer estiramientos de cuello y hombros durante y después de largas jornadas de estudio: https://www.youtube.com/watch?v=aOW9fND3lFc
¡Ojo! No estudies en la cama, una postura tan relajada invita a mayores distracciones o al sueño. Además, es muy importante para la higiene del sueño. El lugar de dormir debe ser para dormir.
Con entorno mental me refiero a la presencia de pensamientos y al nivel de descanso que puede limitar tu posibilidad para concentrarte.
Muchas veces nos distraemos porque tenemos preocupaciones o estamos “rumiando” (dándole vueltas a la cabeza) sobre algún tema, algo que ocurrió o algo que quizá ocurrirá. Estamos en el futuro o en el pasado y no podemos concentrarnos en la tarea del presente.
Para liberar espacio mental, ten un papel cerca en el que anotes todo lo que aparece en tu mente durante el estudio, pero no puedes hacer ahora. Por ejemplo, “Tengo que poner la lavadora”, “Quiero preguntarle tal cosa a mi madre”, etc. Anota en ese mismo papel las dudas sobre los estudios que tengas que consultar a otra persona o al profesorado y hazlo al final del tiempo de estudio.
La única forma de combatir la fatiga o cansancio mental es regular tu descanso, mejorar tus hábitos alimenticios, y ser consciente y consecuente con todas las tareas de estudio, ocio, cargas familiares y trabajo para no sobrecargarte física y mentalmente.
Realiza un chequeo emocional previo, ¿quizá tengo necesidades importantes que necesito descargar para poder estudiar? No todos los días se puede dar el 100%. Ideas para “ventilar emocionalmente” o “soltar” lo que me pasa, las emociones que me invaden:
Usa estrategias para hacerte el estudio más sencillo, útil e incluso motivante. Si te gusta, por ejemplo, hacer los apuntes a colores o ver vídeos explicativos de la materia que estás estudiando, mientras te sirva para aprender y avanzar en tus estudios, ¡bienvenido sea!
La procrastinación o “dejarlo todo para después” puede convertirse en un hábito, pero ¿qué hay detrás de hacer esto?, ¿sientes que realmente tienes decisión sobre ello?, ¿qué tareas son las que más evitas?, ¿cuál es la verdadera razón de hacerlo? Quizá te identifiques con alguno de estos casos:
¿Te suena este discurso? Cuidado con la autocrítica porque nos puede alejar de nuestros objetivos más que acercarnos y aumenta los niveles de ansiedad. Reemplaza esas luchas internas de pensamientos por acciones (¡Siéntate y hazlo!). Es la única manera de avanzar y sentirte bien.
Si el hábito de procrastinar tus tareas te pesa y te limita para conseguir tus objetivos académicos, quizá te vendría bien buscar la ayuda de alguien profesional.
En el próximo artículo, abordaré cómo estudiar de forma más eficaz, porque más no es mejor, y podemos perder la motivación por el camino.
Para terminar, no te olvides de felicitarte por el trabajo realizado y de descansar adecuadamente, nada es más placentero ni más importante que cuidarte y reconocerte lo que haces por avanzar en tu camino.
¡Olé tú!
Psicóloga y acompañante de personas en situación de vulnerabilidad: experiencia con menores en riesgo de exclusión social, migraciones, diversidad funcional y colectivo LGBTIQA+. Amante de todas las formas de vida, su misión es crear espacios sostenibles. Cooperante y gestora en proyectos de agroecología y protección animal. Escritora y fotógrafa en búsqueda de aprendizajes. “Cualquier momento es bueno para la ternura”.