Es normal, que, en ciertos momentos, tengamos pensamientos como “Nunca seré lo suficientemente bueno” especialmente cuando no sacamos la nota que esperábamos o cuando cometemos algún error en el deporte que practicamos.
En nuestra mente, hay una que va comentando y juzgando todo lo que hacemos, y puede aparecer en momentos como esos o cuando menos nos lo esperamos, especialmente en una etapa de búsqueda de identidad, crecimiento y aprendizaje.
La manera en la que nos hablamos influye en nuestras emociones, pensamientos y comportamientos. Y esa voz interna que nos lanza mensajes todo el día puede ser nuestra mayor aliada o la que nos haga nuestro camino del día a día más difícil.
Las expectativas que nos ponemos y la exigencia hacia nosotros mismos, está muy relacionada con nuestra autoestima, con la manera en la que nos vemos a nosotros mismos. Esta es la voz que nos dice si somos capaces o no, si valemos o no. La autoestima abarca aspectos como la forma en la que nos hablamos, el concepto que tenemos de nosotros mismos, como nos vemos, el tiempo que dedicamos a cuidarnos, si lo que hacemos va de la mano con nuestros valores…
La autoestima se va formando a lo largo de nuestra vida, influenciada por las personas que tenemos alrededor, las experiencias que vivimos y cómo vamos interpretando y guardando todo eso en nuestro interior. Aunque la autoestima esté condicionada por el pasado, esta se puede trabajar en el día a día para fortalecerla.
Cuando la autoestima es baja, es más fácil que dudemos de nosotros mismos y de nuestra capacidad para hacer y afrontar los desafíos del día a día. Esto puede ocurrir, por ejemplo, cuando basamos nuestra autoestima en la idea de “ser perfectos” o en cumplir expectativas demasiado altas.
La autoexigencia y el perfeccionismo, que a priori puede sonar como algo positivo, como querer dar lo mejor de nosotros mismos (en este artículo se profundiza sobre esta idea: Escuchando nuestra voz crítica II: Perfeccionismo y Autoexigencia), pueden suponer una piedra en nuestro camino y un obstáculo para conseguir lo que queremos y para sentirnos bien.
Imagina que quieres llenar un vaso que no tiene fondo, es imposible. Esto ocurre cuando queremos ser perfectos en todo lo que hacemos, no es real.
El perfeccionismo se relaciona con la creencia de que debemos ser perfectos todo el tiempo, en cada cosa que hacemos. Esto nos lleva a compararnos con los demás y a sentirnos insuficientes por no alcanzar esos estándares, por no conseguir la perfección.
Estamos asociando todo nuestro valor personal con el resultado de una acción concreta. Esto afecta a nuestra autoestima de forma directa e influye en cómo nos vemos a nosotros mismos; podemos pensar que no somos capaces de conseguir nada.
Imagina que llevas todo el tiempo una mochila llena de piedras a tu espalda, es agotador.
La autoexigencia se parece al perfeccionismo, pero no es igual. Implica tener altas expectativas sobre nuestros logros, nos exigimos dar lo mejor de nosotros mismos siempre y nunca es suficiente. Pensamos que siempre podríamos haber hecho algo mejor; entramos en un bucle de insatisfacción con nosotros mismos que nos agota y daña la autoestima. Nos fijamos únicamente en lo que NO hacemos bien y no reconocemos lo que logramos.
Aquí estamos vinculando nuestra autoestima con lo que hacemos, en vez de con lo que somos.
En esta autoexigencia y búsqueda de la perfección podemos sentir momentos de satisfacción; cuando logramos algún objetivo o cumplimos con nuestras altas expectativas, experimentamos sensaciones de éxito que nos hacen sentir valiosos y que hemos hecho algo bien. De forma inconsciente, asociamos ese logro o esa “perfección” obtenida con la satisfacción personal y se refuerza, convirtiéndose en un comportamiento ideal.
También puede aparecer esta sensación cuando obtenemos la aprobación externa de una persona importante y, además, es habitual tener otras inseguridades personales o vacíos emocionales. El bienestar momentáneo hace que sintamos que valemos, aunque sea por un momento. Esto hace que busquemos constantemente esa sensación y entramos en ese ciclo de autoexigencia.
Es importante ser conscientes de que van a existir muchos momentos en los que no vamos a ser perfectos y no pasa nada. El objetivo no consiste en ser siempre el mejor en todo ni cumplir con expectativas muy altas o externas. El objetivo supone reconocer nuestro camino como un proceso de aprendizaje, con oportunidades para mejorar y acercarnos a ser una versión mejor de nosotros mismos, pero no la más perfecta. Una versión en la que sintamos calma y bienestar, teniendo presente que el valor propio no depende un logro, sino de quienes somos.
Construir una buena autoestima significa aceptarnos, conocer nuestras fortalezas y debilidades ser amables con nosotros mismos, tomar decisiones sobre qué áreas podemos mejorar y fijar objetivos realistas, sin dejar de valorarnos durante todo nuestro camino.
Alba es psicóloga sanitaria y ha realizado un máster de migraciones internacionales, salud y bienestar, además de proyectos de cooperación en Senegal, con menores en riesgo de exclusión social así como talleres con refugiados e hijos víctimas de violencia de género. Trabaja como psicóloga en una ONG con niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad dando un servicio de atención terapéutica y realizando actuaciones de sensibilización y asesoramiento para la prevención de la violencia y la promoción de la salud mental. Su misión es conseguir el bienestar de la persona, la promoción de una sociedad inclusiva e intercultural y el desarrollo integral de las personas más vulnerables.