Escuchando nuestra voz crítica II: perfeccionismo y autoexigencia

Escuchando nuestra voz crítica II: perfeccionismo y autoexigencia
22Feb 2025

Nuestras metas y nuestros sueños nos motivan a esforzarnos y a mejorar cada día. Ya sea sacar buenas notas, mejorar en los deportes o ser el mejor amigo o amiga del mundo, hace que busquemos dar lo mejor de nosotros; nos gusta sentir que lo estamos haciendo bien. 

Sin embargo, este deseo de hacer las cosas bien puede convertirse en una presión interna que se vuelve difícil de manejar. Podemos llegar a pensar que no somos suficientes, que si no logramos todo lo que nos proponemos, significa que hemos fracasado. Aunque hayamos hecho un buen trabajo, esta exigencia hacia uno mismo hace que sintamos que nuestros esfuerzos nunca sirven y nos impide disfrutar de los pasos que damos y de las cosas que conseguimos. 

La autoexigencia y el perfeccionismo están estrechamente relacionados, pero no son exactamente lo mismo. En el artículo sobre “perfeccionismo”, descubríamos que buscar la perfección absoluta en todo lo que hacemos nos provoca frustración, cansancio y presión diaria, vamos a explorar como nos afecta la autoexigencia.

Mientras que el perfeccionismo se centra en hacer todo de forma impecable, sin cometer errores y con un fuerte sentimiento de miedo al fracaso y a la evaluación de los demás, la autoexigencia supone establecer objetivos muy elevados para uno mismo y a esforzarnos muchísimo para lograrlos. 

Perfeccionismo vs autoexigencia

Para diferenciar ambos conceptos, podemos tener en cuenta tres aspectos:

Enfoque: La autoexigencia quiere conseguir la mejorar personal y el autodesarrollo, mientras que el perfeccionismo se centra más en resultados perfectos, evitar cualquier error y tener todo controlado.

Flexibilidad: La autoexigencia permite adaptarse según el contexto o circunstancias en las que estemos, mientras que el perfeccionismo es rígido, sin dejar espacio a la imperfección.

Emociones: La autoexigencia, puede llevarnos a sentimientos de culpa e insatisfacción porque nunca somos suficientes. El perfeccionismo, casi siempre nos provoca ansiedad, frustración o baja autoestima debido al intento de alcanzar la perfección constante.

Aunque en ambos nos esforzamos para hacer las cosas bien, encontramos diferencias en las expectativas asociadas.

¿Qué es la autoexigencia?

La autoexigencia consiste en pedirnos mucho a nosotros mismos. Cuando somos autoexigentes nos presionamos por conseguir metas muy altas, esforzándonos al máximo para hacer las cosas bien y mejorar todo el rato. Esto puede ser algo positivo que nos empuje a crecer a nivel personal y a querer dar lo mejor de nosotros. Sin embargo, cuando llevamos la autoexigencia al extremo, nos va a provocar sensaciones negativas como frustración o ansiedad, sobre todo si lo que esperamos de uno mismo es poco realista o inalcanzable. 

Las características de una persona autoexigente consisten en:

Ser excesivamente autocríticos cuando no cumplimos nuestros objetivos.

Esfuerzos constantes para cumplir las expectativas impuestas a pesar del malestar que sintamos y a pesar de haber conseguido buenos resultados.

Desvalorización del esfuerzo y el éxito a pesar de los logros alcanzados.

Sentido de la responsabilidad muy fuerte que implica cumplir con los compromisos personales de forma impecable.

Asumir demasiadas tareas, realizando sobreesfuerzos continuos y dejando de lado el tiempo para descansar o disfrutar.

– La autoexigencia también puede llevar a ser perfeccionistas y que no nos permitamos cometer errores.

Comparación con los demás, buscando estar a la altura de sus logros.

¿Cómo podemos saber si estamos siendo demasiado autoexigentes?

La presión constante hacia uno mismo llega a ser un problema cuando sentimos

1. Que descansar es una pérdida de tiempo y un obstáculo para conseguir nuestras metas.

2. Frustración por cualquier error que comentemos; aunque sea algo pequeño, ya sentimos que todo está mal. 

3. Que estemos pendientes de lo que los demás consiguen y nos exigimos hacer lo mismo o hacerlo mejor.

4. Que no disfrutamos del proceso ni de lo que aprendemos en el camino porque estamos centrados en el resultado final. 

Es importante detectar si estamos actuando y sintiéndonos de esta forma para poder hacer algo al respecto y disminuir el malestar que provoca una autoexigencia elevada. 

La autoexigencia no tiene por qué ser nuestra enemiga, la clave está en encontrar un equilibrio entre las metas que nos ponemos y el bienestar personal. 

ESTRATEGIAS PARA ENCONTRAR EL EQUILIBRIO EN LA AUTOEXIGENCIA

¡Ponte metas alcanzables!

Al Igual que cuando jugamos a un videojuego no comenzamos por el nivel más difícil, vamos a hacer lo mismo con nuestras metas. Vamos a dividir nuestros objetivos en otros más pequeños y que podamos conseguir a corto plazo, así iremos avanzando sin tanta presión y satisfechos por esos pequeños logros. 

¡Acepta los errores que cometas!

Los fallos y errores son parte del juego, cuando “nos matan” tenemos una nueva oportunidad de intentarlo. Es normal cometer un error así que vamos a utilizarlo como parte del proceso y una oportunidad para mejorar.

¡Disfruta del proceso!

Cuando jugamos a videojuegos, disfrutamos cada partida antes de llegar al final, eso es lo que nos motiva a jugar. Vamos a celebrar cada logro, disfrutando del aprendizaje. Todo ese camino nos dará una base para afrontar futuros desafíos. 

¡Tómate un descanso!

Al igual que tenemos que cargar la consola cuando la batería se acaba, tenemos que hacer lo mismo con nuestro cuerpo y mente para poder seguir avanzando. Parar y relajarse también son pasos que nos llevan a lograr nuestras metas.

¡Sé amable contigo mismo!

Cada persona tiene su propio ritmo y cada camino es único. Háblate cómo lo harías con tu mejor amigo. No utilices los fallos para hacer críticas, se comprensivo y amable en el proceso. 

La autoexigencia no tiene por qué traer consecuencias negativas. Si la convertimos en una aliada nos puede llevar a hacer cosas increíbles. Es esencial encontrar un equilibrio entre aquello que nos proponemos y no perder de vista nuestro bienestar durante el camino.

Te lo cuenta...

Alba Rodríguez

Alba Rodríguez

Alba es psicóloga sanitaria y ha realizado un máster de migraciones internacionales, salud y bienestar, además de proyectos de cooperación en Senegal, con menores en riesgo de exclusión social así como talleres con refugiados e hijos víctimas de violencia de género. Trabaja como psicóloga en una ONG con niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad dando un servicio de atención terapéutica y realizando actuaciones de sensibilización y asesoramiento para la prevención de la violencia y la promoción de la salud mental. Su misión es conseguir el bienestar de la persona, la promoción de una sociedad inclusiva e intercultural y el desarrollo integral de las personas más vulnerables.

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